Mi Verdad… José Mujica y la utopía de mejorar el mundo

Mi Verdad… José Mujica y la utopía de mejorar el mundo

 

aaaaaaasaasaenenenenenPOR ERNESTO JIMÉNEZ

 

“Sólo una vida vivida para los demás merece la pena ser vivida”. Albert Einstein

 

Recuerdo una ocasión en la que analizaba junto a mi padre, el Dr. Domingo Jiménez, una frase del Prof. Juan Bosch, escrita en su novela “El oro y la Paz”, donde afirma que “el oro hace malo al hombre”, lo cual, a nuestro entender es una clara referencia a cómo la ambición desmedida corroe el alma. En esa interesante conversación tocamos temas concernientes a la naturaleza humana, que en sentido general estaban cargados de moralejas que advertían sobre el peligro de enamorarse del dinero. Sin embargo, la charla finalizó súbitamente con un pensamiento demoledor que con tristeza compartí con mi padre: el socialismo hubiese sido posible si el ser humano fuera mejor.

Esta anécdota resurge con enorme fuerza sentimental gracias a la visita a República Dominicana del exguerrillero y expresidente uruguayo José “Pepe” Mujica. Un hombre honesto, de mirada apacible y semblante benigno que proclama ideas con las cuales nos identificamos desde niño, y ha concitado la admiración del mundo democrático debido, principalmente, a que desde el poder mantuvo su vida austera, digna y ejemplar que se refleja perfectamente en su retórica anti consumista y su mensaje revolucionario para la juventud progresista.

Esas ideas, unidas a su vocación de servicio lo llevaron junto al Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros a iniciar una revolución armada, durante la cual sufrió plenamente los rigores de la lucha a muerte -basta con mencionar que recibió 6 balazos- hasta que finalmente cayó en prisión, donde permaneció por 15 amargos años, en los cuales evolucionó y templó su avanzado pensamiento político.

Esta evolución se resume en un pasaje del libro de Andrés Danza y Ernesto Tulbovitz, titulado “Una oveja negra al poder”, donde Mujica comenta que su propia madre le llegó a decir en la cárcel que el “socialismo nunca sería posible porque el hombre es malo”. Estas palabras fueron para él un duro golpe de realidad que, por cierto, es muy similar a la citada conversación con mi padre.

Luego de salir de la cárcel, Mujica reinició su carrera política por senderos democráticos que a la postre lo llevarían a la presidencia de Uruguay en el 2010. Y desde allí se erigió en un símbolo de la lucha democrática por la equidad y desarrollo social, pero con respeto a la libertad individual y la economía de mercado, los cuales en estos momentos de la historia humana, son indispensables para el desarrollo social y económico de nuestros pueblos.

A lo largo de su vida el exmandatario ha insistido, al igual que Bosch, en la importancia de entender la política como un sacerdocio de servicio a los demás, en donde todos podamos luchar por buscar la felicidad. Esta ideología es la antítesis de recetas empaquetadas que líderes de pensamiento desfasado pretenden perpetuar y dista mucho del maquiavelismo cínico y oportunista que amenaza con instituirse en toda la razón de ser de nuestros políticos y empresarios.

Las ideas de Pepe Mujica son una clarinada de esperanza que nos ayuda a comprender que contrario a lo que planteó Fukuyama, la historia no ha llegado a su fin y aún quedan muchas utopías por las que vale la pena luchar. Él nos recuerda, en especial a los jóvenes, que tenemos un compromiso inclaudicable con el bienestar y el progreso de nuestras sociedades, porque acorde a sus propias palabras: “ser joven es tener un compromiso por mejorar el mundo”.

(El autor es economista y comunicador).

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