No es solo la familia del presidente de la Cámara de Diputados; es una gran proporción de la Familia Peledeísta

Por José Francisco Arias
El titular principal de primera página de Diario Libre este sábado es demoledor para la imagen del presidente de la Cámara de Diputados, Radhamés Camacho: «La familia completa del presidente de diputados cobra en el Gobierno».
Y creemos que, en cierta medida, el titular es injusto con el también ex presidente de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP), debido a que esa no es una práctica exclusiva suya en los gobiernos del oficialista Partido de la Liberación Dominicana (PLD).
No es exclusivamente la familia Camacho la que incurre en ese aprovechamiento del aparato oficial. Es una gran cantidad de apellidos de peledeistas que han hecho de eso una costumbre, prácticamente desarrollando una cultura que ya viene trasmitiéndose a más de una generación.
No hay que profundizar mucho para darnos cuenta que una gran proporción de familias enquistadas en la estructura dirigencial del PLD y del Gobierno, tienen colocados a todos sus miembros –a todos– en diferentes posiciones de la administración pública, en muchos casos sin que den un golpe.
Puede decirse que no es la familia Camacho que es así, sino la Familia Peledeísta, en considerable medida.
El caso es que llevan demasiado tiempo detentando el poder, se han acostumbrado al disfrute de sus mieles, se han aferrado como lapa, y han llegado a convencerse de que son propietarios del Estado… y del país. Eso es de ellos, y de nadie más, y lo reparten como mejor les parezca, mucho más si saben que tienen ante sí una oposición que no cumple su rol como.
El PLD se estrenó en el poder en el 1996, cuando Leonel Fernández ganó como candidato presidencial, con el período constitucional de cuatro años. En el 2000 dejó salió de la dirección del Estado al ganar Hipólito Mejía la Presidencia de la República como candidato del Partido Revolucionario Dominicano (PRD).
Pero los peledeístas retornaron en el 2004, ganando nueva vez Leonel como candidato presidencial, y parece que retornaron en esa oportunidad para quedarse para siempre; para no salir jamás del poder. El propio Leonel, quien ganó la reelección en el 2008, ha manifestado que van a durar hasta el 2044 al frente de la Administración Pública.
A Fernández lo relevó en la Presidencia de la República su «compañero» Danilo Medina, quien luego, en el 2016, ganó la reelección. Estamos en el 2018 y este período de Medina concluye en el 2020, con lo que los peledeístas acumularían ¡20 años en el poder!, interrumpidos solo por el período 2000-2004 de Hipólito-PRD.
Así las cosas, los peledeístas se han acostumbrado tanto al poder, lo han disfrutado tanto, han acumulado tantas y tantas fortunas que ya no saben dónde guardar más dinero ni qué hacer con él. Y se han emborrachado y envalentonado tanto desde sus alturas, que estrujan sin cesar sus ostentaciones a la cara de la población, hacen y deshacen, ponen y quitan, y resuelven lo que se les antoja con lo que sea y donde sea.
Aquello de «Servir al partido para servir al pueblo» era «una vaina necia» del profesor Bosch que hace tiempo la lanzaron al zafacón de la historia. Ahora lo que importa es que se asumen dueños del Estado y hacen lo que les venga en ganas con él.