Por Héctor Silvestre hijo
Desde qué decidimos lanzar nuestra candidatura a diputado por la circunscripción NO. 1, en el Municipio Santo Domingo Este, provincia Santo Domingo, iniciamos un recorrido con el objetivo de conversar, cara a cara, con los residentes de este pujante sector.
De inmediato descubrimos que la mayoría de nuestros allegados y compatriotas no tenían compromisos con ninguno de los aspirantes actuales, la mayoría, que aunque no tienen nada que exhibir, aspiran a la reelección.
Son muchas las personas que nos han dicho «Héctor, yo no iba a votar, porque no creo en ningunos, pero si tu aspiras voy a votar porque te conozco y creo ciegamente en ti». Estas palabras, en vez de levantar mi ego y provocar algarabía, me llenan de compromiso y me hacen reflexionar seriamente ante una clase política que ya cuenta con muy poco que ofrecer.
Lo cierto es que ya los dominicanos estamos cansados de falsas promesas. Ya es el momento de que los candidatos, todos, absolutamente todos entiendan que no son dioses, ni seres divinos a quien haya que rendirles tributo. Un legislador es un representante. Un congresista es un funcionario público que se debe a sus representados y que tiene el deber de estar en contacto permanente con todos los sectores de su comunidad en busca de soluciones a los diversos problemas que afectan el desarrollo, pues para eso fue elegido y además su cheque sale de los contribuyentes.
Cuando es legislador da la espalda a la ciudadanía y se esconde, entonces sus funciones ya no son la de un representante, sino la de un usurpador que ha quebrantado la confianza de que fue beneficiario.
Por eso este proyecto político no tiene rechazo, porque estamos convencidos de lo que tenemos que hacer, estamos convencidos de que tenemos la formación correcta para asumir un rol, no de un emperador en tiempos romanos, sino de beneficio y de gestión eficiente para canalizar las inquietudes de nuestra gente.
Avanzamos como huracán de categoría 5, y aumentando. HASTA LA VICTORIA!!! A TRABAJAR COMPAÑEROS!!!!!
