Por Jenny A. Henríquez Rodríguez
Esta es la época de recibir catálogos por correo. Cada vez que abrimos el correo hay un sinnúmero de ofertas ingeniosas pero insustanciales por las fiestas. ¡Cada uno afirma ofrecerme algo que necesito. “De inmediato”, ”no espere!”, “oferta limitada!, “Pídalo ahora!”
El señuelo funciona. Abro la página para descubrir lo que NO sabía que necesitaba. Ciertamente, veo cosas que de repente parecen esenciales, aún cuando hacía unos cuantos minutos ni siquiera sabía que existían. Los fabricantes usan las ilustraciones para desarrollar un deseo por sus productos.
En cierta manera, los cristianos son los catálogos de Dios. Somos la ilustración del mundo de lo que Él tiene para ofrecer. Su obra en nuestra vida hace de nosotros una fotografía de las cualidades que tal vez las personas no sepan que necesitan o quieren hasta que las ven funcionando en nosotros.
Cuando Cristo está vivo en nosotros, nos convertimos en ejemplos del amor de Dios.
Ahora, ¿cuál es el punto? Al mirar los catálogos por fiestas, consideras que el “catálogo” de tu vida habla acerca de Dios. ¿Ven las personas cualidades en ti que anhelen conocer a Dios?
Te invito a reflexionar.
(La autora es Licenciada en Ciencias de la Educación).
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