Volviendo a caminar calles y lugares de La Vega colgado de la nostalgia 50 años después

Volviendo a caminar calles y lugares de La Vega colgado de la nostalgia 50 años después

 

Por Yoni Cruz

He ido este sábado a la calle Sánchez de La Vega, hacia lo que yo dejé de niño como el barrio El Nápoles. Caminé como un extraño, persiguiendo la memoria de mi niñez vegana. Caminé por esa calle, con la esperanza de hallar las ruinas de doña Susana, o los raboegatos de Simona; cruzar por el callejón de María Nano, o talvez encontrarme con Chumunín y Digna.

Quise sorprenderme con el sonido de la tambora del viejo Cudemo, o salir corriendo cuando apareciera El Fere, ese que ponía los ojos blancos y a mí me aterrorizaba. Talvez saludaría a Aridio, el hermano de María Bocito, otro que se gozaba cuando me asustaba y yo salía huyendo a las faldas protectoras de doña Isabel y que pagó su mala maña con una de mis terribles mordidas.

Busqué la casa rodante de «las locas, las americanas», dos mujeres que luego supe que eran alemanas, exiliadas del fascismo, y a las que vi alguna vez subidas en sillas echando un discurso contra el gobierno joven de Balaguer.

Caminé por los alrededores del Quinto Patio y la bomba de Carmen Moya, busqué a ver si divisiba los garajes y las ruinas de carros viejos, en su lecho de anamú, avispas y nidos de avecillas. Casi llegué hasta el moribundo Camú, y miré a la derecha, recordando el viejo Guarícano, ese lugar donde llegué a escuchar desde el patio de mi casa, a Johnny Ventura, Luisito Martí y el Combo Show cantando «Ven a mí, ay ven a mí».

Pero nada estaba allí, ni la gente ni las cosas del lugar. Ni los olores de los coches del parque Las Flores, ni Pililín y su vespa. Tampoco Güinín, ni Luis el del colmado donde vendían las bolitas de tamarindo con azúcar.

No pude ubicar al padrino Chito ni a doña Rosario. Entonces me devolví, y mientras caminaba me di cuenta que el tiempo solo se había detenido en mi cabeza, que esas cosas las dejé allí en 1969, y que la gente muere, y los lugares se convierten en ruinas.

50 años pasaron desde que alli dejé de corretear en el patio de doña Isabel y don Zoilo.¡Y eso es medio siglo de lejanía!

 

(Tomado de la cuenta de Facebook de Yoni Cruz).

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