Por Jenny Alexandra Henríquez R.
Si años atrás hubiésemos dicho que el juego y el aprendizaje estaban estrechamente relacionados, las quejas de algunos padres no se habrían hecho esperar, esto por unos entender que pagan para que sus hijos aprendan, no para que jueguen. Consideran el juego una pérdida de tiempo.
Sin embargo, hoy día no se concibe la construcción de un aprendizaje significativo dentro y fuera de las aulas sin que esté interconectado con aportes lúdicos.
Desde los tiempos ancestrales el juego forma parte esencial en la vida de los niños y las niñas. En las paredes de los antiguos muros egipcios se observaban niños que jugaban con pelotas, muñecas y saltaban la cuerda.
Como señalan los antecedentes, se juega desde tiempos remotos, sin embargo, no se debe dejar de lado, que para que tenga el efecto aprendizaje, el juego debe tener pautas, directrices y objetivos; todo esto con tiempo necesario y concentración.
Los profesionales de la conducta tienen diferentes posiciones sobre el juego. Para Karl Gross, uno de los pioneros en resaltar su papel, trata de “una preparación para la vida adulta y la supervivencia” y “contribuye en el desarrollo de funciones y capacidades que preparan al niño para realizar las actividades que desempeñarán cuando sea grande”.
Lev Vigotsky afirma que el juego “surge como una necesidad de reproducir el contacto con los demás”. En tanto que para Jean Piaget “forma parte de la inteligencia del niño, porque representa la asimilación funcional o reproductiva de la realidad”.
Si bien en cierto que las visiones conceptuales no se limitan a lo citado anteriormente y que cada uno aporta un ingrediente diferente desde su teoría, también lo es que todos coinciden en la importancia del juego en la vida del niño desde una perspectiva psicológica, pedagógica y social.
El juego es una actividad que analizada desde diferentes aspectos es considerada un beneficio y no una pérdida de tiempo. Psicólogos, pedagogos y maestros coinciden que es la plataforma para construir múltiples aprendizajes. Dentro de las capacidades que contribuye a desarrollar en los niños y las niñas están las siguientes:
- Desarrollo Cognitivo. (memoria, atención, lenguaje, percepción e inteligencia)
- Socialización.
- Vínculos afectivos.
- Juicio social.
- Canalizar emociones.
- Reducir la ansiedad.
- Respetar reglas.
- Habilidades físicas, entre otras.
Como vemos, el juego fuera de ser un derecho del niño es una excelente herramienta que desarrolla la integralidad y mejora sus habilidades físicas, sociales y cognitivas.
Cuando el niño juega no pierde el tiempo, lo gana.
(La autora es licenciada en Ciencias de la Educación).